Una bodega mítica: Château Lafleur.
Esta destacadísima bodega situada en la orilla derecha de Burdeos, en el minúsculo pueblo de Pomerol, pertenece a Jean Jacques y Silvie Guinodeau. En ella elaboran uno de los mejores vinos del mundo, lo cual estamos en condiciones de corroborar.
Al llegar a la finca, Jean Jacques nos dijo que en Pomerol no ponen carteles en los châteaux (castillos en español) para que sólo acudan a los mismos los verdaderos aficionados. Cuando le indicamos al propietario que habíamos catado su vino, nos respondió que, desde luego, teníamos que ser unos grandes aficionados al vino (debido al precio abultado de cada botella, alguna añada alcanza los 3000 euros).
Los Guinodeau llevan haciendo Lafleur desde 1985 –antes era un vino mucho menos accesible-. No son aristócratas, son unos típicos vignerons. El Château es impropio de su nombre y eso que ha mejorado ya que cuando lo visitó Robert Parker por vez primera se encontró con gallinas y conejos conviviendo con las barricas. Eran los tiempos de Marie Robin, la dueña anterior y tía de los actuales responsables.
El viñedo está plantado con un 50% de merlot y otro tanto de cabernet franc. La edad media de las plantas es de 50 años. Cuentan que hay vides con las que puede hacerse una botella, sin embargo, con otras apenas se obtiene la cantidad mínima de un vaso de vino. Estamos seguros que estos grandes profesionales conocen todas y cada una de las plantas. La selección de las uvas se realiza en el mismo momento de la vendimia.
El matrimonio Guinodeau y su hijo hacen la vendimia. No tienen enólogo ni jefe de bodega. Con ellos trabajan siete personas más desde el inicio al final del proceso de elaboración del vino, es decir, todos podan, arrancan los racimos, los ponen en cajas y desde el primer momento piensan en el producto final. Consideran muy importante tener esa idea en la mente si se quiere lograr un gran resultado. Y casi siempre lo consiguen.
Creen que la intervención del hombre debe centrarse en el viñedo y no en la vinificación. Utilizan depósitos de cemento ya que los prefieren a las cubas. La madera de las barricas es 100% nueva y son de la tonelería Darnajou. Realizan un trasiego cada tres meses. El vino permanece año y medio en madera.
Lafleur es un vino clásico de la orilla derecha bordelesa, su color es rubí, de capa media y lágrima abundante. En nariz presenta una intensidad alta, aromáticamente muestra una madera golosa aunque sin pasarse–cacao, vainilla- y es muy frutal –grosellas, frambuesas, cerezas en licor-. En boca es concentrado, estructurado, con un perfecto balance entre la acidez y el amargor, con taninos accesibles desde su inicio y una larga duración. Un vino próximo al gusto español, mucho más que los cabernets del Médoc.